¿Quién no se ha estremecido o
emocionado tras escuchar algo conmovedor? Y es que lejos de lo que resulta
explicar todo el proceso que realiza nuestro oído al percibir un sonido, el
sonido llega a nosotros para causarnos algo.
Desde siempre y hasta que tengamos
esa capacidad de escuchar, el sonido ha llegado a nosotros por nuestra decisión
o sin proponérnoslo, pues desde que
empezamos a vivir las voces, gritos,
palabras, música no han escapado de nuestro entorno.
Las imágenes mentales que el
sonido genera se abren paso hacia a la infinidad, debido a que el oído por ser
un órgano eminentemente visual nos traslada a altos niveles de imaginación lo
que no podría causarnos ver una simple
imagen en televisión. La televisión nos
dice como son las cosas, como tienen que ser y como debemos percibirlas, la
radio en cambio con su poder puede trasladarnos a un mundo diferente, un mundo
personal.
Nuestro mundo personal se
desarrolla a través de aquella intimidad que compartimos con lo que la radio pueda transmitirnos, por ser ese
aparato adaptable va con nosotros y nos
acompaña en interminables circunstancias. Su música, su sonido convertido en
programas radiales nos hace vibrar, haciéndonos sentir algo que solo cada uno
puede explicar.
Así lejos del contenido que pueda
ofrecernos la radio, si lo hace de tal manera que nos enamore, emocione o
conmueva tendrá personas quienes la escuchen. Un público que estará pendiente
de ella, para salirse del aburrimiento y combatir el estrés.
Y aprender a liberarnos es lo que
la radio nos permite, el bueno humor y la risa son los causantes, elementos que
influyen en la audiencia para poder olvidar tal vez por un momento los malos
ratos.
Todo lo que la radio puede causar
es esa fantasía que solamente ella puede crear, espacios radiofónicos donde lo
posible se vuelve imposible y donde “vuelas” imaginando ser lo que hubieses
querido ser.
Ahora, hagamos un freno a todo lo
fantástico que resulta el sonido. Y meditemos si todo lo que la radio genera a
través de sus maravillosos recursos, termina siendo verdaderamente importante.
Aprovecharse de sus facultades para transmitir emociones y sentimientos,
dándole más importancia a la forma y a la manera en como dirán su mensaje, es
lo que muchas radio hacen lejos de aportar una ayuda, una solución o un
conocimiento. Los programas que trabajan con espacios humorísticos saben muy
bien esto, cuando creen que la única manera de causar la risa es burlándose de
la gente, inevitablemente lo terminan causando.
El arte que transmite la radio es
mucho más amplio que lo que pudiera transmitir otro medio de comunicación el
cual nos lleva al simple mecanicismo, pero seamos también realistas no todo lo
que la radio transmite es bueno. Puede que exista una radio que juegue y que
maneje muy bien el tema de conmover a la
audiencia o más que todo de hacerla vibrar sin tener algún otro criterio de
ayudar a mejorarla.
Lo ideal sería que la radio nos
conmueva, nos sensibilice para hacer algo que ayude a mejorarnos y que nos haga
imaginar un mundo mejor. Se necesita la existencia de un locutor apasionado que
haga suyo el lenguaje radial, que viva el trabajo radial e imagine junto con nosotros pero que no se aproveche
de ese vínculo existente entre audiencia y radio, para meternos información
inservible.
Nadie duda de las tantas cosas
que nos hace sentir la radio, cuando transforma el sonido en palabras bonitas,
en radionovelas fabulosas, en historias que quisiéramos que nunca acaben de
narrarlas ,pues nos enganchan tanto su manera de contárnoslas que nos hacen imaginarnos
dentro de ellas.
Con todo lo bonito que resulta el
trabajo radial, cobra más importancia el desarrollo de la creatividad, que no
solo nos cause algo intangible sino que nos mueva hacia una buena acción.
Enlaces:
Lucero,
ResponderEliminarTu trabajo está bien aproximado, medianamente ilustrado. Podrías cuestionar mejor tus contenidos con información ya verificada.
Tus materiales de asistencia no están del todo contextualizados y vinculados con tus contenidos.