miércoles, 29 de mayo de 2013

Locutoras y locutores

Más que un locutor, debe ser un amigo que inspire confianza y que con sus palabras nos tenga prendidos a la radio. Ser locutor es cuestión de vocación, pues la voz no lo llega a ser todo cuando no se posee ese don.
Enfrentar al miedo, al ridículo y a los nervios es el reto por el que pasan los  locutores quienes se inician en  el quehacer radial, es aceptable que sientan eso ya que  también son personas .Lo inaceptable seria dejarse ganar por aquel temor de hablar en radio .Se imagina a un locutor con una voz temblorosa al hablar, sería muy aburrido, automáticamente se cambiaría de emisora.
Un buen locutor tendrá que llenar hasta el último rincón de su cuerpo de aire, para poder decir todo lo que quiere decir. Y sobre todo para que no se note ni la mas mínima “traba” al hablar. Sí que es un gran esfuerzo.
La radio siempre ha existido, pero es el locutor quien ha podido conectarnos con ella. La radio no puede hablar por si misma, empieza a tener vida cuando hay alguien que habla por ella y se manifiesta de tal manera que haya un verdadero intercambio. Sin que el locutor olvide que detrás de una cabina radial, hay una audiencia que lo espera y está dispuesto a escucharlo.
Pensar en la audiencia y tornarse como parte de ella, deberá ser una de las características principales con las que el locutor trabaje.
¿Y la naturalidad? También es importante, las personas no quieren escuchar a un locutor con una voz fingida, engalanada ni discriminatoria. Desean que se  les incluya dentro de ese lenguaje radiofónico, es decir que se utilice un lenguaje amigable, fácil de entender y sobretodo fresco.

Un locutor de oficio, es que se olvida de sus problemas haciendo que el radioescucha no se de cuenta de su mal estado de ánimo. Así el radiodifusor  que priorice a su audiencia por encima de todo, será un locutor de corazón y de espíritu.
Se necesita de personas que dialoguen con la audiencia mas no que lean estrictamente una pauta o  guion radiofónico. Se trata de hacer radio, de hablar con el público e interactuar con él sin importar las barreras físicas de la comunicación, la distancia.

Cabe resaltar que el radiodifusor que no tenga claro lo que quiere decir o no entienda su propio  mensaje, no deberá ni acercarse al micrófono,                pues confundirá a todos con su discurso.

Decir que un radialista tiene que hacer su trabajo por  vocación, no quiere decir que puede salir a decir lo que a él le parezca, eso no tiene que confundirse. Si bien es cierto la tarea del locutor es conectarse con el radioyente, eso no quiere decir que hablara cualquier tontería y media. La locución también exige preparación, las ganas no lo son todo y es que todo eso se aprende con la experiencia.

Para mencionar otra de las facultades que acompañan al trabajo de un buen locutor, se dice que aquella persona que tenga el valor para hablar en radio tendrá también que saber improvisar, “no soltar la lengua así nomas “sino de seguir charlando con el público sin que este pierda el interés.
Un buen locutor cautivara, utilizando todos los recursos posibles que le permitan estar cada vez más cerca de su público. Un locutor que tenga aquel objetivo trazado mantendrá miles de personas a la espera de la transmisión de su programa .El radialista integral propone algo diferente, lejos del trabajo que cumplen aquellos que viven mecanizados en la radio.
¿Un locutor apasionado? Sí una persona que viva la radio como suya.




La personalidad de la radio

¿Quién no se ha estremecido o emocionado tras escuchar algo conmovedor? Y es que lejos de lo que resulta explicar todo el proceso que realiza nuestro oído al percibir un sonido, el sonido llega a nosotros para causarnos algo.
Desde siempre y hasta que tengamos esa capacidad de escuchar, el sonido ha llegado a nosotros por nuestra decisión o sin proponérnoslo, pues  desde que empezamos a vivir  las voces, gritos, palabras, música no han escapado de nuestro entorno.
Las imágenes mentales que el sonido genera se abren paso hacia a la infinidad, debido a que el oído por ser un órgano eminentemente visual nos traslada a altos niveles de imaginación lo que no podría causarnos ver  una simple imagen en  televisión. La televisión nos dice como son las cosas, como tienen que ser y como debemos percibirlas, la radio en cambio con su poder puede trasladarnos a un mundo diferente, un mundo personal.

Nuestro mundo personal se desarrolla a través de aquella intimidad que compartimos con lo que la  radio pueda transmitirnos, por ser ese aparato adaptable va con nosotros y  nos acompaña en interminables circunstancias. Su música, su sonido convertido en programas radiales nos hace vibrar, haciéndonos sentir algo que solo cada uno puede explicar.
Así lejos del contenido que pueda ofrecernos la radio, si lo hace de tal manera que nos enamore, emocione o conmueva tendrá personas quienes la escuchen. Un público que estará pendiente de ella, para salirse del aburrimiento y combatir el estrés.
Y aprender a liberarnos es lo que la radio nos permite, el bueno humor y la risa son los causantes, elementos que influyen en la audiencia para poder olvidar tal vez por un momento los malos ratos.
Todo lo que la radio puede causar es esa fantasía que solamente ella puede crear, espacios radiofónicos donde lo posible se vuelve imposible y donde “vuelas” imaginando ser lo que hubieses querido ser.
Ahora, hagamos un freno a todo lo fantástico que resulta el sonido. Y meditemos si todo lo que la radio genera a través de sus maravillosos recursos, termina siendo verdaderamente importante. Aprovecharse de sus facultades para transmitir emociones y sentimientos, dándole más importancia a la forma y a la manera en como dirán su mensaje, es lo que muchas radio hacen lejos de aportar una ayuda, una solución o un conocimiento. Los programas que trabajan con espacios humorísticos saben muy bien esto, cuando creen que la única manera de causar la risa es burlándose de la gente, inevitablemente lo terminan causando.
El arte que transmite la radio es mucho más amplio que lo que pudiera transmitir otro medio de comunicación el cual nos lleva al simple mecanicismo, pero seamos también realistas no todo lo que la radio transmite es bueno. Puede que exista una radio que juegue y que maneje muy bien el tema de conmover  a la audiencia o más que todo de hacerla vibrar sin tener algún otro criterio de ayudar a mejorarla. 
Lo ideal sería que la radio nos conmueva, nos sensibilice para hacer algo que ayude a mejorarnos y que nos haga imaginar un mundo mejor. Se necesita la existencia de un locutor apasionado que haga suyo el lenguaje radial, que viva el trabajo radial e imagine  junto con nosotros pero que no se aproveche de ese vínculo existente entre audiencia y radio, para meternos información inservible.
Nadie duda de las tantas cosas que nos hace sentir la radio, cuando transforma el sonido en palabras bonitas, en radionovelas fabulosas, en historias que quisiéramos que nunca acaben de narrarlas ,pues nos enganchan tanto su manera de contárnoslas que nos hacen imaginarnos dentro de ellas.
Con todo lo bonito que resulta el trabajo radial, cobra más importancia el desarrollo de la creatividad, que no solo nos cause algo intangible sino que nos mueva hacia una buena acción.

Enlaces:



El lenguaje en la radio

Las personas hacen suya la radio, gracias a la calidad de  material radiofónico que se les ofrece, mientras haya un mensaje igualitario, claro, conciso y atractivo que los enamore pero que también forme parte de su lenguaje cotidiano y más que todo forme parte de su vida, habrá una radio que se hará más indispensable para sus audiencias.
Y es que aquel simbolismo que puede crear la radio, se debe a la utilización de un lenguaje  acorde a una realidad determinada ;donde  las personas crean vínculos  con un medio cuando este los toma en cuenta y se coloca como parte de su autenticidad, de manera que la audiencia cree en aquel medio  y apuesta por él .
No obstante a lo anteriormente mencionado, se presenta el panorama de aquellos medios que pretendiendo  ser los  “más cultos”, extienden sus mensajes a través de un lenguaje estandarizado, disfrazando palabras  y confundiendo a las personas.  En el caso de la radio a través de mensajes radiofónicos adornados, finalmente no entendidos.
Así recordamos haber  oído  a personas muy ilustres por radio, hablando de diferentes temas como también hemos escuchado ciertos discursos que nos parecieron “bonitos” porque simplemente  nos emocionaron al escucharlos, pero de ello no aprendimos ni entendimos nada, pues ese lenguaje no era parte de nuestro repertorio cultural ni de nuestra identidad.
Cabe resaltar que   cuando se menciona que algunos mensajes radiofónicos son adornados por sus locutores, no se trata de minimizar aquellos elementos que posee el lenguaje radiofónico, como lo son la música ,el sonido, los efectos, pues todo ello en conjunto forma parte de lo creativo e imaginativo  que resulta el trabajo radial.
Ahora, cuando se habla del proceso de comunicación, se mencionan a la intervención de todos sus elementos para que se desarrolle un intercambio mutuo, interactivo y dinámico; un concepto que muchas radios olvidan tomándolo como una simple trasmisión de  mensajes. Acaso se acuerdan que aquel código utilizado necesariamente tiene que ser el mismo para que dicho proceso sea eficaz. No, se cree  que a algunos ni les importa y es que si ejemplificamos claramente, mencionaríamos a ciertos  locutores que se apoderan de los espacios radiales y que piensan que su voz es la que tienen validez y  la que importa más.
Todo ello se resume en las palabras de Kaplun:” la verdadera comunicación no comienza hablando, sino escuchando. La principal condición de un buen comunicador es saber escuchar”. Frase que deberían recordar aquellos que tienen en sus manos un espacio radial y que aún no lo valoran muy bien, pues poco a poco la olvidan pensando en lo que ellos creen que a la audiencia le interesa, sin escuchar los verdaderas necesidades que se mueven dentro de ella.
El verdadero lugar del locutor esta en desenvolver primero el papel de un receptor más que de un emisor, si él verdaderamente   hace radio tiene que primero escuchar lo que es importante para sus audiencias, analizar, interpretar y entender, sino cualquier persona a la que le guste hablar en radio y se exprese bien podrá hacer aquel trabajo que tiene acostumbrado a realizar. O bien terminara como un pedante, un “culto”, un grosero o lo peor un ignorante.

Si una radio aprende a utilizar bien sus recursos dentro de un marco provechoso de su lenguaje radiofónico, cautivará a la audiencia, su palabra brillará, sabrá contar más que narrar, hará volar la imaginación de su público, será más escuchada gracias a un mensaje entendible y  autentica pues se desarrollara en torno a una determinada cultura y lo más importante se convertirá en un espacio más inclusivo partiendo toda su labor desde el ejercicio de la creatividad para ejercer dicho lenguaje radiofónico.


Enlaces:









  























Los medios en el medio.

Desplazarse, complementarse o renovarse son algunos términos que se sugieren para explicar la manera en como el proceso de la comunicación ha ido evolucionando, sea cual sea el termino elegido, los medios han sido parte de la civilización humana desde que han aparecido. Lo fue la radio, cuando en sus inicios cobro más importancia y que poco a poco fue tildándosele como otro medio más, tras la aparición de lo atrayente: lo visual y audiovisual.
La convergencia tecnológica hace que las personas tengamos un fácil  acceso a los diferentes medios de comunicación y que algunos medios tradicionales como la radio se vean un  poco desplazados tras la aparición de nuevas formas de comunicación. Sin embargo ello no ha hecho que  deje de ser el medio más universal.

Los conceptos se contradicen puesto que  siendo el medio “más universal”, su preferencia sigue decreciendo. La explicación es fácil, y es que  las comparaciones entre los medios de comunicación modernos y la radio, colocan a la radio como un medio “con muerte lenta”. Pero que hay cuándo la globalización, tecnología, modernidad, etc  no alcanza a gran parte de personas en el mundo, la radio por su mayor  alcance se coloca primera en los niveles de preferencia.
En general, los medios de comunicación se han vuelto parte de nuestra vida y han ido cobrando cierto protagonismo conforme ha pasado el tiempo. Las personas necesitan informarse, entretenerse, relajarse, etc y es por ello que utilizan los medios con cierta frecuencia. Así los medios de comunicación construyen una realidad que para muchos es la verdadera, pues lo que sale en los medios de comunicación son según ellos: “acontecimientos importantes”, válidos  como para ponerlos en toda una portada  o en una página completa de un periódico. Y ni que hablar del contexto noticiero o mejor dicho el escenario recreado y dramático  que forman los medios.
De esta manera los medios van perdiendo su compromiso con la sociedad, dejan de ser responsables, transmitiendo mensajes a partir de intereses propios y nos los de su audiencia. Y mientras eso pasa la sociedad se acostumbra a percibir  siempre lo mismo, olvidando también sus verdaderos intereses.
Ahora todo queda en manos de quienes dirigen ciertos medios para trabajar propuestas “más saludables”. En este caso desde la radio, con propuestas radiofónicas bien trabajadas, reinvidicando su importancia como en anteriores años. Tomando en cuenta el mayor alcance que aun posee, se debe aprovechar la facilidad de llegar a más lugares para hacer de éste un medio más democrático. Se trata de que los medios legitimen  la importancia que poseen, y la influencia que causan  en la sociedad y que  a la vez no nos muestren una realidad limitada, transmitiéndonos lo que a ellos desde su perspectiva egoísta les parece : espectáculo, morbo, política, accidentes, etc.
Es allí en ese contexto tecnológico, mediático e interesado donde la radio “se mueve” y tiene muchas tareas por realizar, lanzarse como algo diferente y no como un medio más es lo que tiene que hacer.

El papel de los medios de comunicación no fuera tan importante sino serian considerados por muchos como los principales espacios de intercambio y concurrencia existentes, pero sí lo son.
La radio permite ese intercambio y lo ha permitido desde antes, cuando cautivaba con sus mensajes a numerosas familias y hacían de ella un medio necesario.


¿Entonces quien  dijo que la radio  no tenía futuro frente a la convergencia tecnológica? Por lo tratado, la radio tiene aun mucho camino por recorrer, ella puede hacer aún más; pero la radio a la que estamos acostumbrados a escuchar, esa la del fin únicamente lucrativo puede que ya no tenga futuro, pero aquella nueva propuesta  educativa aun tiene mucho potencial por desarrollar.

Enlace: